Este post no quiere ser triste ni homenajear a Bernarda Alba, sino todo lo contrario. Y es que vivimos en un momento en el que el silencio es tan preocupante como necesario. Y me explico.
Últimamente, cuando alguien no me responde a un correo, un Whatsapp u otro mensaje, me es difícil no pensar que esa persona o alguien allegado a ella pueda haber enfermado, está triste, o le haya sobrevenido alguna desgracia. A todos nos ha tocado el virus de cerca, de una u otra manera, y le hemos visto las orejas al lobo, quizás más de una vez. A mí por fortuna no me ha tocado, al menos aún, y en mi círculo cercano no he recibido más que algunos sustos. Pero estoy pensando mucho. Pensando más, y hablando menos.
Decía Maeterlinck que «el silencio es el sol que madura los frutos del alma«. Y así estoy yo, madurando cosas. Por eso he sido más parco en palabras en este blog, y lo voy a seguir siendo un tiempo. En parte porque me salen ideas demasiado largas que creo que te aburrirían, o ideas que no aportan esperanza (como mi música para el virus, Atmosfears). Estoy absolutamente convencido de que la cultura es necesaria, más que nunca, y sin ponerme mesiánico, mi intención es ayudar a que otros se sientan mejor, ya sea con el arte o con mi persona.
Pero por encima de todo guardo silencio porque este momento me obliga a repensar temas laborales y personales, y porque ocurren cosas que me roban tiempo de la vida contemplativa. Si todo sale bien, en una semana sabré si en diez días ruedo un proyecto. Y esto de vivir tan al día, esta constante incertidumbre, no es lo mejor para un control freak como el que suscribe. Pero es lo que hay. La pandemia que vino y se quedó, y con la que estamos aprendiendo a convivir, requiere más desconexión del mundo exterior y más conexión con uno mismo. Y esto puede sonar hippie o lo que sea, pero yo quiero pensarlo como una herramienta filosófica o psicológica: pensar en el presente y el incierto futuro, algo de lo que ya escribí en mi último post.
Como decía aquél, «tengan cuidado ahí fuera«. Pero sobre todo, tengan cuidado ahí dentro.
Jorge Rivera
Director y vividor, cuando me dejan.
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