Hay una frase que escuché hace más de veinte años y se me quedó grabada en la cabeza: «El hombre es un animal simbólico«, de Cassirer. Creo en esto a pies juntillas.
El otro día di un largo paseo por Madrid, y analicé con ojos curiosos consignas de la pandemia (sobre las que también estoy escribiendo). Iba pensando en contenidos para un nuevo espectáculo al que estoy dando forma, y de repente me tropecé con lo que ves en la foto: Un arco de triunfo con un crespón negro. El símbolo del triunfo con el símbolo del duelo, dos símbolos encontrados. La imagen me impactó, será que estoy tierno estos días.
Siempre me ha fascinado la cita de Cassirer, y siempre me han fascinado los símbolos: Cómo los usamos para comunicarnos, para decir que no queremos comunicarnos, para decir algo que con palabras nos costaría mucho… en definitiva, para establecer significados.
Allá por 2002 defendí mi tesina de suficiencia investigadora, donde hablaba de la relación entre el poder reinante, sociedad, arte y público a través de símbolos. Recuerdo a un tribunal que me miró de forma rara cuando les dibujé algo así de sencillo en la pizarra de la universidad:
Poco hay más sencillo que los monigotes, pero fíjate bien: Seguramente, si los tuvieras que definir para mí, verías a un hombre a la izquierda, y a la derecha un rey. La corona, un símbolo sencillo pero poderoso, convierte a un símbolo «hombre» en un símbolo «rey». Seguramente esa sería tu respuesta de ver cada dibujo por separado. Y viéndolos juntos, quizás incluso me dirías un rey y un vasallo, o su criado, o algo así.
Buscamos interpretaciones alrededor nuestro, llevando esto a veces a una interpretación errónea, y que el gran Umberto Eco llamó «decodificación aberrante». Los símbolos los carga el Diablo, y a mí estas frikadas me interesan mucho.
Seguro que alguien incluso interpretaría que colocar al hombre a la izquierda y al rey a la derecha tiene otro significado que el meramente narrativo (en España leemos de izquierda a derecha), o incluso que mi subconsciente traicionó a mi mano, dibujando al rey más arriba que al hombre para darle un status superior. Para nada.
No paramos de buscar significado e interpretar los símbolos, en nimiedades como esta, y en los grandes enigmas de la vida. Y a menudo, de una forma aberrante.
Jorge Rivera
Director y vividor, cuando me dejan.
Si quieres saber más sobre mi y mis proyectos, puedes verlos en https://jrivera.eu o apuntarte a mi boletín de noticias.
jorge 03/06/2020
Interesante, inteligente y divertida reflexión sobre los símbolos.
JRivera 03/06/2020 — Autor de la entrada
Gracias, tocayo 🙂
Daniel Mateos Chatin 03/06/2020
Percibo cierta ironía en tu exposición, querido Adso…
Entramos en el bonito terreno de la semiología y la comunicación, y es bien cierto que los símbolos han sido el medio básico y primario de comunicación desde que los dinosaurios dejaron de caminar sobre la tierra.
Si entendemos que el código es la carpintería semiótica que permite que el mensaje surja efecto es porque tanto el emisor como el receptor conocen ese código. No hace falta ser carpintero para valorar que las bisagras del mueble estén bien colocadas, y si considero que no lo están cabría preguntarse si es error del emisor o no, si es intencionado o no, si es una intepretacion errónea o causal por parte mía, del receptor o incluso si es que realmente es una bisagra lo que estoy valorando y no otra cosa con apariencia de bisagra. En el campo artístico la polisimia se dispara evidentemente. Interpretamos y damos significado de forma constante y aberrante (a veces porque hay discordancia en el código usado o porque este está obsoleto o por puro inconformismo) porque, creo yo, estamos ávidos de conocimiento y a la par que queremos saber tenemos miedo de que la respuesta sea insustancial.
Un poco a lo Sísifo y su colina todo esto…preguntamos e interpretamos en bucle por el horror vacui.
Toma castaña pilonga que te acabo de responder.
JRivera 03/06/2020 — Autor de la entrada
¿Ironia yo?
La carpintería no es comunicación, sino diseño, que también está sujeto a convenciones, aunque de otra índole.
Bien y mal son relativos, así que las bisagras bien o mal colocadas dependerán del paradigma o del profesor de diseño.
¡Que vivan Sísisfo y las castañas!
Raquel Sertaje Nogueira 05/06/2020
Te doy toda la razón.
Un tema fascinante.
Roland Barthes habla largo y tendido del tema.
El Marketing es un ejemplo claro de todo esto. Nada en su mundo se deja al azar. Colocación de objetos, colores (…) Es un universo de posibilidades!.
El uso y la interpretación de los símbolos. Quien controla esto tiene garantizado el liderazgo económico, pero también politico en la sociedad.
Nada encapsula mejor todo esto que el acertado dicho: UNA IMAGEN VALE MÁS QUE 1000 PALABRAS.
Sam Mendes estaría de acuerdo 😉
JRivera 05/06/2020 — Autor de la entrada
¡Sí, tan fascinante como complejo!